lunes, 15 de marzo de 2010

Lady Stardust - Introdacshon

Empecemos por lo principal: linda no soy.
Eso, como muchos genios sostienen, lleva desde la más dulce y temprana edad a desarrollar una personalidad encantadora, y, si tenés suerte, a ser una despiadada y una soreta pedante. Yo tuve suerte, no encanto. Admito que mi esencia es más bien sensiblona, pero soy intolerante a las pelotudeces. No una intolerancia violenta, más bien se justifica en mi (aunque contradictoria) fe en la humanidad, la cual creo absolutamente perfectible. Pero la gente es idiota, y prefiere esperar el 2012. A esta altura del desencanto, I must confess, yo también.
Esa fe ciega (bueno, más bien chicata) en la perfectibilidad humana, se la debo, (y esto lleva a otro punto) a mi bizarra familia marxista. Si bien hoy me considero una nihilista, ese seno familiar más bien crítico y desconfiado hacia lo establecido, me influyeron enormemente. Ok, convengamos: mis viejos tenían más de Mayo Francés que de Tupac Amaros, pero no puedo negar la militancia y persecución de mi padre, porque sería algo injusto. Cliché bohemio: mil y una separaciones, divorcios, nuevas parejas, hermanos hippies, medios hermanos, hermanastros, presidencias en el centro de estudiantes, y una biblioteca grandota y consoladora cuando volvía de la calle sin que nadie me eligiera para su equipo de volley. Eso mamé, y eso me hizo una perra intolerante. Amén por eso. Amén por la negación sistemática a todo, antes que el entusiasmo berreta.
Hablemos de lo interesante, de lo crucial: la adolescencia.
Fui a un colegio más bien experimental, donde aprendí esto que elegí como carrera; el arte. Y todo lo que eso significa; profesores flexibles, borrachos, y un lindo y no tan conveniente parque enfrente, donde nos fumábamos las horas libres, y soñábamos (otro cliché también) con graduarnos rápido y escaparnos de la ciudad, amparándonos en un 1979 de los Smashing, y en los cánticos de la suicidada Generación X, si bien yo pertenezco a la Y. A la Z le tengo asco. Pero la X me regaló las pelis, la música, y el desenfado que adopté como lema de puber-adolesencia.
Era la friki. No era muy difícil ser la friki de ese colegio, porque habían muchos. Pero confío en que el mío era un grupo de selectos frikis, que la teníamos más clara que el resto, y dibujábamos mejor. Obvio que era una gran patraña, pero lo creí así hasta hace un par de años, hasta que todos se terminaran de desvanecer, de quedarse, de matarse. Yo quedé en pie. No me quemé, ni tuve hijos, ni renuncié a mi sueño. Pude pasar por el colador devastador de la vida adulta y aunque me costó varios años de terapia (aún no sé si efectivos) encontré un equlibrio entre lo que quiero y lo que el mundo no me va a dar.
Ser la friki, la sucia, la punk, la pseudo-bisexual me entrenó en el ejercicio de sacar la ficha. Ya no se te acercan todos, y eso te da tiempo de observar desde una perspectiva distanciada. Por ej, la compañera tonta se te acerca por miedo, o por el placer oculto de tener contacto con lo extraño, lo estrafalario. Los rugbiers ni te miran, a menos que tengan serios problemas psciológicos, los gauchis (ya no, pero en otras épocas sí) mantienen un tácito acuerdo de "la mejor con vos", y a veces hasta te convidan porro, debido, calculo, a la identificación de discriminado a discriminado.
Resumo: hice pogo, vomité sangre, probé las conchas, los pitos, las pastillas, las relaciones paralelas, hasta que me enamoré y mi vida prometedoramente experimental vino en picada. He aquí la necesidad de esta lista, que es mi última esperanza de no envejecer mal, de probarlo casi todo antes de los 25.

Lady Stardust

domingo, 7 de marzo de 2010

Ziggy - Introdacshon

Siempre me resultó difícil describirme. Además de que me parece una conducta digna de quien habla con desconocidos en una sala de chat pública, me cuesta encasillarme. Ni punk, ni mod, ni hippie, ni bohemio. Ok, quizás un poco mod y algo snob, nada de hippie, "aires" de bohemio. No, definitivamente me cuesta.
Quizás debería remontarme un par de años atrás. Colegio privado católico de clase media, tenía bastantes kilos de más en comparación con ahora, soberbio por haber aprendido a leer y escribir dos años antes que el resto de mis compañeros (soberbia que se encargarían de bajar de un hondazo en los primeros años de secundaria), malo/pésimo para los deportes, bastante agrandado. Un pendejo de mierda. Secundaria: hormonas, pelos aplastados contra la (granuda) frente, la chica que me gustaba no me daba bola; no era el nerd de la clase ni el rebelde sin causa. Nadie moría por mí a escondidas pero tampoco pasé desapercibido. Otra vez: difícil de encasillar.
Por lo general y a lo largo de mi vida siempre tuve más amigas mujeres que hombres. No sabría explicar muy bien por qué, pero creo que es esa cosa de partido de fulbo los domingo, cocaconferné y tirarse pedos en la mesa lo que nunca me terminó de convencer. Yo le atribuyo la culpa a un complejo de Edipo no resuelto y haberme criado con dos hermanas mujeres que estaban todo el día en casa, un padre que viajaba por trabajo y un hermano que vivía de joda, pero vayunoasaber.
Dejada de lado una adolescencia no demasiado relevante ni feliz, llegó una ¿juventud? totalmente distinta. De repente todo era más simple, dejé de ser un raro para ser cool, o por lo menos así lo veía/veo.
Ok. Llamenlé adolescencia tardía, pero por algún lado tenía que explotar todo lo que no había vivido antes. Empezar a fumar, rock del-que-te-lastima-cuando-lo-escuchás-con-auriculares, cortes de pelo, david bowie, pantalones ajustados, drogas, sexo, lesbianas, sexo, bares under, drogas, mtv, modelos, gente cool, pelotudos, bisexuales, pelotudos bisexuales, andy warhol, the-velvet-underground-and-nico, whiskey.
Confieso que quedé un poco despeinado con la violencia con la que me atacaron 5 años de rebeldía concentrados en uno solo, pero salí bastante bien parado. Caminando un poco ebrio, lo admito, pero bien parado. Ahora, pasado un poco de los veinte me doy cuenta de que hay ciertas cosas que tengo que hacer ahora, mientras la juventú me lo permita. El plazo era, mentalmente, hasta mis 25 pero, mis amigos, time is money: lo quiero y lo quiero ahora. Un año entero para hacer y deshacer, para arrepentirme mañana y embriagarme pasado para olvidarme. Me siento un poco Bukowski, whiskey en mano, pero sé que en el fondo estoy más cerca de ser Natalia Oreiro en su época más punk. Whatever, 2010 here I go.


Ziggy

The List - Vol. I

Ok, tenemos un problema: la ficción nos cagó la vida.
He ahí, la esencia de nuestra aventura.
Mucho Friends, mucho Skins, mucha peliculita francesa afeminada, mucho Irving Welsh, Cortázar y Bukowski.
Todo bien con esas historias que nunca nos ocurrirán, pero tuvimos que tomar cartas en el asunto, porque la ficción no es un parámetro válido para la vida real. Pero al carajo, somos jóvenes y sobretodo, somos unas mierditas burguesas con mucho tiempo y energía para gastar planeando aventuras no aplicables al tercer mundo.
Ojo, jamás seríamos un Mark Renton, y definitivamente no seríamos una Ameliè, pero coquetear con la idea hace menos insoportable la estadía en una ciudad donde nunca pasa nada.
Haciendo un balance de esta obsesión con personajes poco usuales, decidimos convertirnos en uno.
Todo empezó el 31 de diciembre del 2009. Estábamos en una reunión familiar un poco descolocados con la idiosincrasia de la casa, y dijimos: hay que tomar más whisky. Con el whisky ¡oh, bebida sagrada! llegó la inspiración divina: decidimos crear una lista, sin límite de ítems, con los objetivos que nos propondríamos cumplir durante el 2010. Por supuesto, empezó como un chiste, se tornó un desafío y ahora, señores, es un deber. Se avecina un año caótico, entre terremotos, huracanes y devastaciones estamos nosotros, dos post-adolescentes tan desórdenados como el mundo, que buscamos agregarle un poco de ajo a esta bolognesa que hace rato se nos tornó aburrida. Pasen y vean.